¿Cómo reducir la carga cognitiva de tu página web?
El concepto que toma el nombre de carga cognitiva proviene de cuando un usuario se dispone a navegar por una página web, su cerebro empieza un proceso de aprendizaje. En este queda contemplado el diseño, uno de los elementos que más llama la atención al cerebro, siendo este órgano el que debe aprender a moverse y a utilizar el sitio web.
Diseño web y carga cognitiva
Para empezar, ¿Qué es la carga cognitiva? Se trata del esfuerzo que el cerebro realiza para llevar a cabo el almacenaje o la asimilación de la información. Este concepto está estrechamente relacionado con la teoría del aprendizaje, por lo que cada vez que interactuamos con nuevos datos, la mente empieza un nuevo proceso. Con tal de que este sea grato, debemos tener en cuenta que el almacenamiento de información es limitado. Así pues, cuando la mente recibe más inputs de los que puede manejar, el procedimiento se ve ralentizado.
Cuando esto sucede, la carga cognitiva es demasiado grande. Pero para reducirla, veamos primero qué factores la ocasionan. A grandes rasgos las causas suelen ser por: falta de claridad, demasiadas opciones y demasiada necesidad de reflexión. Junto con otros, estos elementos mencionados son los que “consumen” los recursos mentales del cerebro y, por ende, hacen que la comprensión del contenido sea mucho más complicada por parte del usuario.
¿Qué son las barreras cognitivas?
Evitar una sobrecarga mental pasa por una ejecución cuidada del diseño web. Y es que, para que el posible consumidor no abandone la estancia en una página web, las barreras cognitivas deben sortearse. Pero, ¿Cuáles son?
- Interpretación. Producen confusión al receptor cuando este intenta comprender los contenidos de la web. Esto propicia un sentimiento de enfado, puesto que para el usuario lo considera “una pérdida de tiempo”.
- Mantenimiento en la atención. Una cantidad exagerada de información o bien un contenido demasiado complejo generan un cansancio excesivo al destinatario de la página web.
- Comparación de opciones. Para el posible comprador, demasiadas alternativas harán que se sienta confundido, lo que avivará la sensación de descontento.
Para que estas barreras cognitivas no entorpezcan la navegación, debemos centrarnos en mostrar una estructura concisa, funcional y sencilla. A su vez, la plataforma debe presentar una apariencia manejable, intuitiva y accesible. Se logrará aplicando los siguientes tips: limitar y sintetizar el contenido; agrupar la información e intentar no repetirla; organizar los elementos.
A fin de sustentar lo expuesto hasta ahora, existen dos teorías sobre el aprendizaje y el conocimiento. La primera es la Ley de Miller, que afirma que un individuo solamente puede retener entre 5 y 9 elementos a la vez. Por ello, en ocasiones los menús de numerosas páginas web restringen su interfaz a 7 ítems. La segunda es la Ley de Hick, siendo un principio psicológico que analiza la relación entre el tiempo de decisión y la cantidad de opciones existentes. Así, cuantas más opciones haya, mayor margen de tiempo necesitará el usuario para tomar una decisión.
Además, para contribuir a una disminución de la carga cognitiva, el contenido multimedia también es importante. La potencia de un vídeo o de una “simple” imagen aprovecha las capacidades sensoriales del individuo, pudiendo procesarlos en menor tiempo. Evidentemente, el diseño web va de la mano. Aplicar los fundamentos básicos de este campo hará que la web sea mucho más funcional e intuitiva.
A su vez, la personalización también suma puntos. Incorporar ítems personalizables generará una mayor sensación de empatía. La respuesta emocional será una mayor retención en la memoria, lo que se traduce en unas altas posibilidades de volver a visitar dicha página web. No nos olvidamos de volver a mencionar la legibilidad, la sencillez y la concisión: estos tres ingredientes son imprescindibles si buscamos que un mensaje sea captado a la primera.